Si no está muerto, no está en mi equipo, y ni morir garantiza la plaza ni la plaza la muerte; pero la muerte en la plaza… En el mundillo literario estoy por seguir con la paradoja del comunista y el iPhone. En realidad, nada más fácil de entender, salvo que te hayas quedado en los albores del análisis crítico. Escribía quizás el domingo: Para restituir el prestigio del Herralde, habría que otorgárselo a un analfabeto (el Planeta ya no tiene remedio). Luego esto aparece en LinkedIn y me parece que no he sido lo suficientemente diáfano: basta de mamoneo.
Otros libros en mientes
Hustvedt, Siri. El mundo deslumbrante (Anagrama)
Liddell, Angélica. Sólo te hace falta morir en la plaza (La uÑa RoTa)

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