No sé hasta qué edad creí en la existencia de los RR. MM., pero sé cuándo supe la delicadeza de la verdad. Como Cioran, «tenía diecisiete años y creía en la filosofía». En un torneo de debate, así lo llaman los pacos, de la Francisco de Vitoria, me di cuenta de que daba igual contar la verdad si el que mentía lo hacía con más gracia.
En la primera cuartilla del Manifiesto SCUM se atestigua: «Para decirlo con otras palabras, el macho es una mujer inacabada… Ser macho es ser deficiente… La virilidad es una deficiencia orgánica, una enfermedad; los machos son lisiados emocionales». Y más adelante: «El hombre necesita víctimas propiciatorias para poder proyectar sobre ella sus fracasos y sus insuficiencias, y sobre las que pueda desahogar sus frustraciones por no ser mujer». Y después: «Al hombre le gusta la muerte: le excita sexualmente y, aunque en su interior ya está muerto, desea morir».
Valerie Solanas, la autora, nació en 1936, cuando Paca la Culona, el nombre se lo puso el locutor sevillano, al fin se decidía a franquear el paso a los africanistas, caldeados por las temperaturas, el hambre y la Guerra del Rif. Recordarán al personajillo del «Viva la muerte», tan leal al verdugo «amanerado», en palabras del caudillo austriaco. Iba a pretender confundirme con el caballo del conseller de cultura,1 pero es que en complexión no llegaba a jamelgo, y no te digo en nobleza.
Unos años antes, en 1909, Marinetti engolaba: «Nosotros queremos glorificar la guerra, única higiene del mundo, el militarismo, el patriotismo, el gesto destructor de los anarquistas; las bellas ideas por las que se muere y el desprecio a la mujer». Hay quien ve aquí a un candidato a unas elecciones en España. Manifiesto futurista.
A Valerie Solanas su padre la violaba, su madre se separó y se casó con otro pavo que tampoco debía de ser un gentilhombre, la mandaron con los abuelos, el abuelo le daba de hostias, con 15 años se largó de allí y se quedó en la calle, la preñó un marinero, tuvo un hijo que dio en adopción, se sacó la secundaria y la universidad currando, empezó una segunda carrera, la dejó y se mantenía prostituyéndose, escribió una obra de teatro que le mandó a Warhol, que sudó pollas, escribió este manifiesto, un editor de «malditos» le adelantó 600 dólares para escribir una novela basada en él, parece que se quedó con los derechos de toda su obra, Warhol la ninguneaba, ella se hartó y se fue a disparar al editor, que estaba de viaje, así que le disparó a Warhol, la mandaron a un psiquiátrico y cuando salió siguió por ahí prostituyéndose y drogándose hasta morir con 52 años. No creo que estuviese loca, más allá de esta visión tan sesgada, una mujer que avanzó alguna simple verdad que hoy se reivindica frente a los muertos de vocación.2
«Ser lo suficientemente ‘simple’, como uno sería simple ante Dios…
¿Y quién se puede creer que Ofelia quería de verdad a Hamlet, y no estuviera agradecida al pensar lo pacíficos que iban a ser los desayunos sin sus sermones?».3
Notas
1. Arremete contra el valenciano uno que rebuzna el castellano. Supondremos que habla inglés.
2. La biografía es un resumen de la semblanza de Silvia Cuevas-Morales en la coedición a su cargo (Colección Punto de mira; Lastura Ediciones y Editorial Juglar).
3. Mansfield, Katherine. Diario (Lumen)
Otros libros en mientes
Chirbes, Rafael. Asentir o desestabilizar (altamarea)
Goytisolo, Juan. Señas de identidad (Alianza)
Liddell, Angélica. El sacrificio como acto poético (Continta Me Tienes)

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