23-10-23
Idea de asistir a la terapia de grupo como a un taller de escritura creativa, esperando descubrir los mismos perfiles. ¡Qué cínico! El ingenio, ya se sabe, es un atributo demoníaco.
Primera salida desde el descendimiento. Es tanto y tan insignificante lo que decir. Ritmo, vida. Poiesis. Geometría.
No fui a la terapia [esta segunda vez]. Aproveché la soledad del comedor para estudiar rumano. No conté con la señora Chiara, nombre ficticio, a la que habían aparcado allí, donde permanecía aterrada por el aspecto de otro paseante. No da tanta importancia a las sombras que ve, probablemente por hallarse ya más cerca de ellas que de los demás internos. Se dirige a mí, en cualquier caso: «Te vas a volver loco con tanto número».
Menelao y Astianacte recorren juntos el pasillo. No sé si todavía conocen el motivo de su disputa. ¿Creerá haber encontrado cada uno a su ausencia?
La muerte ha entrados dos veces —bajo dos apariencias—. Al principio no la reconocí, incluso charlaba con una de sus siluetas. A lo largo del día se ha ensañado: primero de un perfil, luego del otro. Fío todo a la bondad. No quiero tomar por un mal augurio la desolación de la señora Chiara en la cena.
24-10-23
Pijama a rayas rojas
y el pasillo desolador… viciado de humores malignos, único esparcimiento de los enfermos. No se ve el mar desde ningún punto, que en Salamanca es su catedral. O su mascarón sobre mar de nubes. Sólo nos respiramos unos a otros y así nos transmitimos los andares a los que nacemos muertos, pues carecen de la búsqueda y del encuentro.
Por suerte vuelve a acercarse la hora de salir a la grisura, al frío que favorece a la rivera.
La Sra. Chiara está tranquila (sedada). Es la muerte la que anda alterada arriba y abajo, sin saber bien qué decir, y son pobres ocurrencias deudoras de un genio que la tradición le atribuyó. Hay en todo esto una víctima inocente, a la que cogí aprecio con los días, y que hoy no levanta la vista del suelo.

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