Pienso en unas palabras de Walter Benjamin, en Chirbes y en un anillo que no creo que pueda quitarme hasta el momento en que deba legarlo; que no tiene el color de la miel siciliana.
De Chirbes, que es de las pocas personas que podrían entenderme —ahora no se me ocurren más—, pero es sólo una opinión. Y lo que necesito, más bien, es que me reconforten, no tanto que me comprendan: con un poco de indulgencia es suficiente. Yo que no entiendo demasiado a la gente más inteligente que conozco, y a veces me los figuro poco humanos (que no faltos de sentimientos ni amorales). Dios es una cosa.
En cuanto al anillo con una fecha inscrita, del yacimiento a mi mano al texto previa iluminación del universo, y ninguna causa se me presenta menos imaginaria que la anterior.
Hablamos.

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