Cuidado con el orden natural de las cosas en el capitalismo; menos aún en un país donde las estructuras del Estado transicionaron escasamente del fascismo a la democracia, incluidos los diarios de tirada nacional.
El agotamiento intelectual de la izquierda es el agotamiento creativo de sus artistas y determina la impotencia de su acción política. La obtusa intersección de poesía y política, o la subordinación de la una a la otra; la entrega del futuro (de mundos posibles va el asunto) al poder está en el origen de los periodos sociales más sombríos: el disparo al corazón de Malévich, el nudo de Yesenin, la horca de Marina Tsvetáeva, el trabajo de acomodador de Bulgákov; Mandelstam, Nadiezhda… Okuda.
El Posmodernismo (el post mortem de la Modernidad) ha proporcionado el marco estético del agotamiento de las artes y la puntilla a la explotación del hombre por el hombre. Desde la psiquiatría, el viejo órgano del Régimen —primero para controlar los efectos del patriarcado y ahora además para disfrazar los devastadores efectos de las políticas neoliberales en los países del centro—, se llega a decir que «abrazamos una visión posmoderna porque la posmodernidad carecerá de certezas, pero permite la libertad (…). Porque somos capaces de tolerar la incertidumbre, pero no el engaño».
Un poco de self awareness (γνωθι σεαυτόν) nos dé Dios. Leer no hace mejor persona porque depende de lo que se lea y de los antecedentes penales y afectivos, pero el autor de estas palabras, psiquiatra y graduado en un máster de filosofía por la UNED, ya podía haberse leído el De rerum natura («De la naturaleza de las cosas») de Lucrecio, siglo I a. C.- siempre la edición de Agustín García Calvo.1 O si no quería irse más de 2000 años atrás, habría bastado con el On Freedom: Four Songs of Care and Constraint («Sobre la libertad: Cuatro cantos de restricción y cuidados») de Maggie Nelson (2021), aunque fuera para acotar el significado en disputa de la dichosa palabra.
En cualquier caso, somos amantes del engaño. La demostración es sencilla histórica y cognitivamente y está en los principios de la psicología al menos desde mediados del siglo pasado. Lo que somos incapaces de tolerar es la incertidumbre, lo cual está, asimismo, en el origen del pensamiento, las artes y las ciencias humanas.
Decía que el Posmodernismo ha dotado el marco estético del agotamiento de las artes. No sólo eso: columnistas, locutores, presentadores, influencers, coaches, artistas y académicos tratan de inocular a sus respectivas audiencias tolerancia a la precariedad (la primera acepción de la incertidumbre). El realismo capitalista ha tenido, por supuesto, mucha más pericia que su homólogo a la hora de maquillar sus cifras; pues no hablamos de simple opacidad, sino, como se ha visto, de la reapropiación del discurso emancipador de las clases oprimidas. Hablamos de la imposición de un orden productivo y ontológico con sus correspondientes discursos: el oficial, el de la izquierda y el reaccionario. Observado esto, no ha lugar, no obstante, el desánimo, una vez estamos determinados a superar las profecías propias; pues «no hay afuera (…). La única forma de salir es atravesar» (Fisher, 2021).
Cuidado con el orden natural de las cosas etc.
- Son dos autores, pero sólo uno dique estudió filosofía. ↩︎

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