El lento restablecimiento del futuro (5)

Uno de los medios donde se concreta el realismo capitalista es el tiempo, en la aceleración del tiempo,[1] en tanto se percibe como una variable productiva traducible en beneficio. Sucede ahora en especial a costa de los espacios de cuidados, tradicionalmente feminizados y en la actualidad también objeto de expropiación (Fraser, 2023).[2] Diríamos que esta etapa se caracteriza por un consumo acelerado del tiempo como de un recurso más, entonces locuaz en las manifestaciones de dicho consumo acelerado en todos sus ámbitos, sin exceptuar la educación. Recoge María Moliner en su Diccionario de uso del español:

Ritmo (del lat. rhythmus, del gr. rhythmós, de rhéō, fluir) 1 m. Adaptación de las divisiones de que es susceptible un movimiento, una acción, una sucesión de sonidos, etc., a intervalos *regulares de tiempo. ⊙ MÚS. En una sucesión de *sonidos, manera de combinarse sus duraciones en cada uno de los intervalos iguales, llamados en *música compases, en que se divide el conjunto. ⊙ En el *lenguaje, cadencia: manera de combinarse las sílabas largas y breves, tónicas y átonas, especialmente en el *verso. ⊙ En una sucesión de acciones de cualquier clase, periodicidad, tiempo: regla a que se ajusta su repetición: ‘Los periodos de actividad de este volcán parece que se ajustan a cierto ritmo’, ⇒ Cadencia, compás, periodicidad, regularidad, tiempo. ◄ Acompasado, isócrono, rítmico. ◄ Llevar el COMPÁS, llevar el PASO. ◄ Arritmia, arrítmico, desacompasado. 2 En una acción cualquiera, marcha, *velocidad: mayor o menos rapidez con que se produce: ‘La construcción se lleva a un ritmo acelerado’.[3]

El economista norteamericano Edward Luttwak denominó en 1996 turbocapitalismo a esta fase ansiosa que nos impide pararnos a pensar en lo que estamos viendo (aun cuando se trate de un genocidio en directo). Antes de seguir, quisiera volver sobre el prólogo de Mi viaje al otro lado de la realidad, de Lev Tolstói (2023). El “leoncito llorón”, como se referían a él sus hermanos en la infancia, no tuvo que ser un hombre fácil. Desde luego, no para su mujer, mucho más consciente del lado de la realidad que pesaba sobre ella (tal vez se habría entendido mejor con Lenin; ¿con Kolontái?). Sea como sea, Tolstói se instala en Moscú en 1881, donde sufre una crisis:

“Todo comienza con el sonido de los silbatos que se cuelan a cualquier hora en su casa de la calle Khamovniki. Poco tarda en descubrir que los pitidos marcan, con crueldad invariable, el ritmo que se les impone a las mujeres, los niños y los viejos que trabajan en las tres fábricas que rodean el inmueble”.[4]

En lo que atañe al ámbito universitario, los efectos de este ritmo sobre la salud de los estudiantes no se están tomando demasiado en cuenta, ni siquiera el menoscabo progresivo y muy acentuado del componente afectivo. Es necesario mirar las caras de los alumnos a la salida del A-25 un 6 de marzo. Que estemos habituados a la demacración paulatina del personal a lo largo del curso no habla necesariamente bien del programa ni de un proceso óptimo de aprendizaje. No es algo que escriba sólo desde mi experiencia, sino que veo y escucho y no quiero abstraerme del sentimiento propio y del de varios entre mis compañeros; donde “la escritura son cuerpos en contextos” (Rivera Garza, 2017). Por descontado, no me proclamo portavoz de nadie, pues que la participación de estas palabras debe ser un acto consciente y no apriorístico. Tampoco es cosa que plantee en una dicotomía profesores-alumnos. Cuento una tarea común, aunque la jerarquía exista y oprima también por separado, y son muchos profesores y alumnos con los que he hablado, no sólo a lo largo del último año. Dejo nada más un par de testimonios, por supuesto anónimos, por cuanto es temible el talión:

“Todos los problemas se han ido con el máster”. Exalumna (promoción 23/24).

“Estábamos cansados. Cansadísimos”. Exalumna (promoción 23/24).

Se podrá recurrir a la dureza de la vida, del mercado laboral, a lo cristalino de las nuevas generaciones.[5] Es una manera habitual de volcar las frustraciones que tienen varios de nuestros antepasados, y que refuerza sin quererlo mucho los postulados mercantiles de la educación: precarización, competitividad, crisis, privatización. No es el presente, sin embargo, lugar para convencer a quien no lo esté de los éxitos y fracasos de mi generación.



[1] Interesante cómo esa aceleración interacciona con la concepción cristiana del tiempo, no obstante fuera de las expectativas para este trabajo.

[2] Esto no va tan desencaminado como parece, si pensamos en los efectos psicológicos de esa privación.

[3] La cursiva es personal y transferible.

[4] Tolstói, 2023. La cursiva es mía.

[5] “Los jóvenes de hoy aman el lujo, tienen manías y desprecian la autoridad. Responden a sus padres, cruzan las piernas y tiranizan a sus maestros”. Internet atribuye la cita tanto a Hesíodo como a Sócrates o Platón, y así ha aparecido en The Guardian, Forbes, The New York Times… pero el autor es un estudiante de Cambridge, Kenneth John Freeman, que la escribió para un trabajo académico en 1907.

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