Obón, 4/10/24
La inclusión, en abstracto, ya redunda. Cuánta prepotencia. Si quedásemos mudos, ¿seríamos mejores para los otros? Aun cuando desarrollásemos un lenguaje alternativo, este pasaría por sentidos menos envilecidos. Este aliento incesante de la vanidad se ve exacerbado por los bajos instintos: el hombre eleva la voz hablando de sexismo para ocupar su papel tradicional de héroe. Reír o mesarse los cabellos.

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