Notas sobre el suicidio

Hizo una pausa, y añadió:
—La guerra no debe interrumpir más nuestra normalidad. La guerra es una cosa horrible.
«¿La guerra? —me dije—. ¿Qué guerra? Este silencio podrido, este horrible silencio de muertos.»

Ana María Matute. Primera memoria


¡Silencio! (A otra hija.) ¡A callar he dicho! (A otra hija.) Las lágrimas cuando estés sola. ¡Nos hundiremos todas en un mar de luto! Ella, la hija menor de Bernarda Alba, ha muerto virgen. ¿Me habéis oído? ¡Silencio, silencio he dicho! ¡Silencio!

Federico García Lorca. La casa de Bernarda Alba


El silencio debe ser contemplado y juzgado desde el punto de vista moral. Porque el silencio, como la apatía y la lujuria, es un pecado. El hecho de que en nuestra época sea un pecado común a todos nuestros semejantes, que sea el fruto amargo de nuestra época malsana, no nos exime del deber de reconocer su naturaleza, de llamarlo por su verdadero nombre.

Natalia Ginzburg. Las pequeñas virtudes



10 de septiembre, Día Internacional para la Prevención del Suicidio. Vosotros no seáis cursis, llenaos la boca: nada de «intento autolítico». No era un intento, siempre me he reído de los intentos como siempre he sabido que sólo tenía una oportunidad. Estoy tranquilo contándolo porque pasado el tiempo no soy ninguna víctima de las circunstancias.

No fue un intento, sino la primera de las decisiones que he tomado libremente, y casi desde entonces he hecho por que todas sigan esa determinación. Ahora hago también por que quienes me llevaron ahí (quienes antes llevaron ahí a mi madre hasta en dos ocasiones) no vuelvan a tener más oportunidades. Están, y quieren seguir a mi lado, quienes aún tienen el coraje de decirme que debo callar que tragué pastillas hasta que me parecieron bastantes y me metí en la cama a descansar. Fue un acto libre y sereno y no habría sido un mal final para mí, si es que alguien en todo este circo hubiera sabido respetar una acción que por inconcebible se estigmatiza de enfermedad y cobardía. A quien crea que los suicidas somos o hemos sido cobardes (o enfermos), yo mismo le acerco el vaso para que apure lo que he tragado; yo mismo llamo a la ambulancia y lo visito en la UCI y en la Unidad de Agudos (y ahí abajo que se ande con ojo, que pasan muchas cosas que no se ven fuera).

Decirle al suicida que guarde silencio es invitarlo a bailar con la muerte. Que hay vidas más atroces, y pobre de quien me lo recuerde; que todavía han sido valientes para decirme que lo han pasado peor, como si hubiesen pasado [en conciencia] por algo en absoluto.

Cuidado con aconsejar al que lleva sufriendo consejos desde que llegó al mundo. Cuidado con pretender tranquilizarlo: no nos tranquilicéis, extirpadnos vuestro recuerdo o mejor libradnos de vuestra presencia beatífica, incólumes sostenedores del mal sobre nuestras cabezas.

Que sea paciente… Aquí Dios ha repartido mucha suerte y poca justicia, y sus ministros han tapado, y las familias las que más, porque tal era la doctrina oficial en España de la que han mamado víctimas y verdugos (y los verdugos ahora envueltos en sus banderas y sus togas), y aquí delante nos tienen a los vencidos, a que nos pasen una y mil veces, que aquí no vamos a morir mansos porque la tierra ya nos pertenece, ya nos sale por la boca.

No os justifiquéis, nadie os perdona, pobres imbéciles que nos habéis juzgado.

Y a quienes sufrimos, nada de consejos si primero no los hemos pedido, ni de ofrecimientos para adormecer las conciencias. Sabemos reconocernos sin palabras. En el fondo, no somos nada especiales, nada más que la misma materia que se transforma en determinadas circunstancias, bajo determinada luz, a determinados ojos.

Hay matices que observar: no valoro los textos inexpugnables ni creo que la contradicción no se vea superada por la experiencia compartida y sus apuntes pertinentes. Es otra conversación mejor al aire libre.


alzarsi alla danza.

Ma tu non danzi anzi ti riposi steso
sul lettino d’ospedale dove c’incontrammo
fu un baciamano cortese.

Amelia Rosselli. Serie ospedaliera

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